LENGUA DE DOS PUNTAS
Las hay de todo tipo
y factor, camufladas, vistosas, opacas, alargadas y esbeltas, cortas y
rechonchas, atractivas, nauseabundas, expectantes, adormiladas, altaneras,
pausadas, agrietadas, coloridas, chillonas, silenciosas…. Están en cualquier
región del planeta, menos en los polos lógicamente porque su veneno se
congelaría, y sin poción no hay espectáculo. Y si no hay razón de ser, no se
existe. Y para que ellas puedan seguir existiendo deben clavar sus colmillos
envenenadores en alguna víctima solitaria que encuentren y neutralicen. Está en
su naturaleza.
Ninguna es de confiar, desde las de colores chillones que son las más
venenosas, hasta las que parecen más inofensivas, que aún pareciéndolo engañan
hasta a sus depredados.
Es lógico, no se puede estar a la retaguardia, pensando
en quién de los que nos rodean pertenecen a este grupo de reptiles. Se debe
vivir sin prejuicios, tratar de ser feliz, confiar, brindarse y hasta caer en
la tentación de relamerse una manzana prohibida, que parece tan sabrosa, y más aún
cuando te la están ofreciendo con tanta cortesía. Confiás, la saboreás, la
deglutís de un bocado. Sin saber de buena tinta, ni sospechar que caíste en el
pecado de la credulidad. Y esa credulidad de confiar en la persona incorrecta te
deja un sinsabor que ni la miel más dulce podría apagarlo.
Es tarde para
lamentos, Inyectaron en ti su veneno, te
paralizó, te hizo su presa; y con el resto del narcótico administrado fuiste
descompuesto para facilitar esa digestión pesada, porque tragan a su
botín de un bocado, paladean el dolor ajeno y no el gusto por el placer del
gusto que les da devorarte. Qué apetitoso un plato que se come frío, estudiado,
planeado, diagramado y finalmente, bien deglutido.
Imagínense que después
de haber consumido tanto, tanta inocencia perdida, de estar extasiada hasta el
límite; esta rastrera podría pasar dos años sin consumir nada. Fue tal el
deleite, que su saciedad será seguramente tema de conversación en rueda de
bichas, quién fue la que más y peor engañó, quién hizo el daño mayor, quién
gozó hasta ver perecer a su víctima, quién se llevará este año el gran premio
de la “Lengua de Dos Puntas”. ¿Quién vestirá su mejor traje de reptil en la
alfombra roja y ganará la terna de honor a la Serpiente de Oro y Platino? No
podrán dormir pensando, ni podrán cerrar los ojos, aunque sus quinqués jamás se
apaguen, estarán siempre expectantes. Porque ellas no duermen ni cuando
duermen.
Luego todo vuelve a
empezar, cambian de epidermis, se sacan las escamas y se ponen por un tiempo
piel de cordero o andan desnudas fingiendo bondad, y cuando al fin eligen a su
próxima víctima, la hacen sentir especial, querida, protegida, hasta que todo
vuelve empezar. La lengua de dos puntas espera expectante a que comience el nuevo
espectáculo. Se buscan protagonistas, mientras las antagonistas están en la
antesala preparando su hechicero casting para seleccionarte. ¿Te llegó la
invitación?
Por Andrea Sigal © 2018
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