En medio de la nada misma



Cuando las cosas, como el amor de familia, no fluyen naturalmente. ¿Para qué forzarlas?
Si te da lo mismo, verme o no verme. Saber de mí y de los míos, que son tu sangre aunque no te importe ¿Para qué forzarte?
Si estás llena de malos pensamientos, de odio acumulado, de opiniones erróneas, producto de años de veneno administrado ¿Para qué contarte otra verdad, si nunca te vas a tomar el tiempo para entender la otra cara de la misma moneda?
Si la vida te puso en un lugar incómodo, donde tuviste que tomar partido. Cuidate de no quedar en el medio, porque ambos extremos seguirán justificando su saña y te utilizarán como a un trofeo, donde todos pierden, aunque algunos creen que ganan la nada misma.
Perdiste y no te importa.
Perdiste y ni siquiera te das cuenta.
Perdiste y estás llena de odio.
Odio que te trae conflictos en todas las áreas de tu vida.
Odiás y te decís sincera.
Odiás y te pensás diferente y apolítica.
Odiás blasfemando palabras compradas, adquiridas, manipuladas y te creés especial al decirlas.
Odiás, y sin darte cuenta terminás odiándote a ti misma. Ya que el odio te autoenvenena y no te permite gozar de las pequeñas cosas.
Odiás, odiás, odiás… Siento pena por tanto odio acumulado. Pero ya me cansé de formar parte de tu círculo de envenenamiento. Te libero una menos para odiar.

Seguí restando en vez de sumar. Cuando la cuenta te quede en rojo, tal vez, sea tarde para dar marcha atrás.

Por Andrea Sigal 2011

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