EL GRITO
Ellos se conocieron en la escuela secundaria, se vieron, se
enamoraron, y ahora que ambos se estaban recibiendo de cirujanos plásticos, decidieron
ponerle un anillo a este amor sentimental –profesional. Estaban organizando la gran boda, ya tenían
contratado el salón, acaban de elegir el menú adecuado, las parejas de padres
reñían por la cantidad de invitados, por la ubicación de las mesas principales,
por la disposición del entretenimiento y toda una serie de menesteres que
traían más discordia que unión familiar.
Los tortolos quedaron en encontrarse para repartir casa por
casa las invitaciones, estaban emocionados, todos los recibían con una
exquisita bienvenida, llena de deliciosos manjares. Ya no les quedaba espacio
en sus vientres, ni les cabía una tajada más de nada. Y lo importante, era que
sí les entrasen los trajes confeccionados
para la ocasión ceremonial tan próxima a la fecha.
El novio, llevó a la novia a su hogar, la despidió con un
cálido beso, pero estaba tan excitado que prefirió hacer una parada en la casa
de un viejo amigo, solo un pequeño rato para compartir con él todo el amor que
sentía. Y soñar despierto con sus proyectos, con los hijos venideros, con los
lugares soñados que conocerían en la idealizada luna de miel. El amigo solo pensaba en la despedida y en
las mujeres que traería para darle fin a la soltería. A él mucho la idea no le
gustaba. No quería traicionar al amor de su vida. Ni siquiera por una noche,
ella no lo merecía. Jamás lo había traicionado.
Enseguida decidió marcharse a pie hasta su hogar paterno,
para disfrutar sus últimos días de célibe y dormir hasta que las velas dejen de
arder.
Cuando estaba cruzando el puente, que debía haber cruzado
hacía una hora atrás, la vio a ella, en los brazos de otro, con una valija al
costado de su cuerpo. Se abrazaban apasionadamente, tan apasionadamente que
nunca lo vieron. El novio gritó, gritó tan fuerte que el río se alborotó
provocando más y más ruido. Un ruido tan ensordecedor que dejó mudo a los
amantes mientras el agua se erguía ante ellos, formando un oleaje que fue arrastrándolos
juntos a los tres hacia las profundidades, y lógicamente fue "hasta que la muerte los separe".
Por Andrea Sigal ©
marzo de 2019

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