Una flor de papel
Sábado a la noche, volver a salir luego de semanas de dedicarlo a otras cosas. Un bar, música, tragos y encuentros.
No soy de beber alcohol, más bien soy abstemia. Pero esa noche quería sentir algo diferente. Con mi hermana, pedimos clericó. Y bebí más de la cuenta, media jarra aproximadamente, lo suficiente para sentirme algo mareada, pero no más que eso.
Bailé mucho, como de costumbre. Amo la música y mover el cuerpo al compás del ritmo. Discutí con un fanfarrón, engrupido de nada, paveé, etc.
Conocidos, algunos... En especial, el disck jockey. Cuando me vio aparecer se quedó inmóvil. Luego me saludó. Al rato me acerqué a la pista. Él estaba dentro de la cabina con su minita de turno. Lo miré. Él me miró. Y yo me puse a bailar primero con uno, luego con otro, luego con nadie.
En eso sale de la cabina y se pone a bailar cerca de mí, a hacerse ver. Me miraba, me hacía gestos de que sonría, me sonreía.
Dos admiradoras suyas no se le despegaban, de mí tampoco lo hacían unos galancetes bailanteros.
Él jugaba con una flor de papel en sus manos. Yo me preguntaba: ¿Quién sería la destinataria? Esas y yo mirábamos impacientes.
En eso, luego de dar muchas vueltas, se acercó y me dijo: - ¿Por qué tenés esa carita? - Estoy borracha le dije como excusa. - Te parece bien? me contestó.
Por largo rato, siguió manoseando su flor, y yo seguía estupidizada, haciéndome la que no lo miraba o por lo menos tratando de disimular que sí lo hacía.
Sus chicas seguían al pie del cañón. Mis chicos también. Él y yo en nosotros.
Hasta que por fin, tomó valor, se acercó otra vez, y me regaló la flor, con la excusa de verme cambiar esa cara de traste.
Llegó la hora de ponerle fin a la noche, que se estaba haciendo día. Y no sé si fue el alcohol, o el pretexto de haber bebido, que fui a despedirme y a agradecerle otra vez el obsequio. No me animé a más.
Me senté en una mesa, esperando que una amiga de mi hermana le dé su teléfono a una conquista. Él pasó sonriéndome, una, dos, tres, cuatro, cinco veces. Sabía que por un largo tiempo no iba a volver a ese lugar, así que saqué valor, no sé de dónde - Lo que te voy a decir es probable de que me arrepienta por el resto de mi vida; ya que la flor me gustó; pero vos más. Me miró con cara de asustado y salió casi corriendo. Yo aún más que él. Por suerte ya me iba. Cuando estaba a media cuadra del bar, me di vuelta nostálgica para mirar la entrada en la lejanía, y él estaba ahí mirando cómo alejaba. A pesar de ese final abierto, me sentí satisfecha con lo que hice, costó 28 años ser un poco audaz. Y todo fue por una flor de papel.
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