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Que los hay, los hay... ¡Y Ojo porque andan sueltos!

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Era un atardecer de un día como cualquier otro, después de sobrellevar la rutina de otra jornada laboral, Vivian se dirigió a culminar su última tarea vespertina para luego poder gozar de las pocas horas libres de ocio que le quedaban de aquel  martes del mes de agosto. Sin embargo, muchas veces las circunstancias del momento llevan a transitar por senderos inesperados y poco comunes. Y así fue como ese día de invierno, Vivian se cruzó con unos extranjeros provenientes de Brasil, en la calle Sarmiento a pocas cuadras del Congreso Nacional. Eran dos hombres perdidos por las calles de Buenos Aires que solicitaban la ayuda de una humilde servidora porteña. Inmediatamente, se solidarizó amablemente con ellos; además le cautivó la idea de relacionarse con gente de otros lugares; porque siempre se sintió atraída por el folklore de otros pueblos. Y allí, de pronto, se encontraron los tres parados en la esquina de Sarmiento y Paraná. El más joven de los dos fue el que encaró a la chica de ...

EN UN BAR A LAS 11PM

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  La bebida era su debilidad, miles de veces creyó que podría luchar contra su gran vicio, un vicio que la dejó sola en  un mundo embriagante de sueños que no se concretaron, más allá de su imaginación . Poco a poco su habitual cosmos iba desapareci endo , para transformarse en un planeta solitario, habitado sólo por ella y sus mil botellas vacías, medio llenas y llenas completamente. Las cuales la acompañaban con el ruido característico que hac ía n al abrirse y al derramarse al caer en una copa. Como así también el estruendo que ocasionaban cuando Lola las descorcha ba una tras de la otra . Esa gasificación que prendía la mecha, para despedir velozmente a los corchos, en un volar corto, que finalizaba al toparse con la dureza del cielo raso. Y al igual que cohetes de artificios, el espectáculo finaliza ba en el momento en que los fuegos se desintegra ban y el show se daba por finalizado . Lola era una mujer bella, contundente, de caderas prominentes, pechos v...

CAMINANDO FIRMES

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  ¡¡Hijos de mi alma!! Los amo con mi corazón Vayan detrás de sus sueños. Sean dueños de lo que piensen y no esclavos de la mirada del otro, de esos que siempre tienen algo negativo que decir de los demás; y que jamás se miran su propio ombligo para cerrar la boca. En la vida hay que querer lo que se hace, y no ir detrás sólo de lo que conviene. Sean generosos, buena madera, trabajen para vivir, para tener las herramientas con que lograr la felicidad, y no dejar de lado la felicidad por tener más de lo que se necesita para serlo. Y aunque ser buenos no dé los frutos que pretendan no pierdan su esencia ni olviden sus raíces ni de dónde vienen. Y cuando se encuentren con murallas, no insistan en escalarlas, siempre hay otro camino posible para cruzar del otro lado. No pierdan tiempo en lo banal, júntense con gente interesante y no interesada. Y que nadie, nadie, les diga que no pueden o no deben, sólo debátanlo interiormente con sus conciencias. Y aquí esperando verlos ll...

LENGUA DE DOS PUNTAS

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Por Sucetti Las hay de todo tipo y factor, camufladas, vistosas, opacas, alargadas y esbeltas, cortas y rechonchas, atractivas, nauseabundas, expectantes, adormiladas, altaneras, pausadas, agrietadas, coloridas, chillonas, silenciosas…. Están en cualquier región del planeta, menos en los polos lógicamente porque su veneno se congelaría, y sin poción no hay espectáculo. Y si no hay razón de ser, no se existe. Y para que ellas puedan seguir existiendo deben clavar sus colmillos envenenadores en alguna víctima solitaria que encuentren y neutralicen. Está en su naturaleza. Ninguna es de confiar, desde las de colores chillones que son las más venenosas, hasta las que parecen más inofensivas, que aún pareciéndolo engañan hasta a sus depredados. Es lógico,  no se puede estar a la retaguardia, pensando en quién de los que nos rodean pertenecen a este grupo de reptiles. Se debe vivir sin prejuicios, tratar de ser feliz, confiar, brindarse y hasta caer en la tentación de r...

CON LOS PELOS DE PUNTA

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Todo lo irritaba, su vida principalmente. Cada pequeño hecho que se le interponía le ponía los pelos de punta. No podía continuar así, debía encontrarle la punta al ovillo. Era muy tedioso convivir con su impaciencia, con su irritabilidad. Fue así que decidió salir a buscar a un experto en el arte de reparar la cordura perdida, porque no solo era su irascibilidad lo que le preocupaba, sino el no poder disimularlo ante resto del mundo. Aquella mañana, no titubeó, se puso lo primero que tomó del placard de los lamentos y salió rápidamente en   busca de un buen terapeuta. La idea era darle pelea a las   fobias y demás cuestiones del cerebro. Pidió un turno, y como de costumbre le dieron una fecha eviterna, eviterna al menos para sus fluctuaciones y ansiedades. Dos interminables meses lo separaban de la admisión; luego seguir esperando para empezar el tratamiento hacia una cura definitiva si es que la había. Mientras tanto debía tratar de que nada le altere su monotonía, su...

LEÓNIDAS, UN LEÓN AMENGUADO

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Ser león implica muchas responsabilidades. Debe vivir su vida en una manada, luchar por ser el líder de su prole. Ocupar un lugar preponderante en la escala social de la pirámide selvática. Tener siempre que realizar nuevos desafíos para permanecer en la cresta de la ola. No quedarse dormido aún dormido. Porque ser un monarca implica estar siempre despierto y alerta para mantenerse en el   primer puesto. Leónidas era un rey león, todos le tenían un gran respeto, su hermosa melena dorada era la envidia de los farandulescos chimentos; y las hembras morían por posar sus ojos amarillentos en su pelaje brillante como el sol.   Además de tener una contextura deportiva y un peso acorde para soportar el compromiso de las responsabilidades latentes. El felino prestigioso tenía una capacidad mental a fin de no tener que usar la fuerza para lograr tal o cual objetivo. Él usaba su intelecto, su astucia, su tino. Fue así que poco a poco logró además de ser temido, ser respetado. Su o...

La pluma de la mariposa

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El sol ese día brillaba como nunca antes, cuando un arcoíris se posó entre el infinito y la tierra. Jamás se habían visto tantos colores, en un medio punto regalado por la madre naturaleza, luego de una lluvia de verano. Ahí estaba ella, cuan arcoíris de mil colores, mirando al mundo desde el cielo azul. Se quedó un rato inmóvil contemplándolo todo. Y en un instante, ambos desaparecieron de la vista de los mundanos, que la contemplaban desde tierra firme. Corrieron tras ella, para cazarla, para avistarla de cerca, pero su vuelo era largo, interminable. ¿De qué estaba huyendo? ¿Por qué siempre se estaba escapando? ¿Por qué era tan feliz entre la soledad de algodonosas nubes viajeras? Se la veía plena saltándolas de una en una. No se cansaba nunca. Todos querían que aterrice. Algunos para contemplar su belleza de mirada verde. Otros para poder pasar junto a ella tan solo una tarde, absorbiendo el néctar de múltiples flores que con su aroma invitaban a un té silvestre. Y los más ruin...